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  • Foto del escritorMariano Consalvo

Docencia: ¿profesión u oficio?

Para desarrollar este interrogante consideramos necesario hacer un recorrido por el concepto “Profesión”, e interrelacionarlo con los conceptos “Vocación” y “Oficio”.


El concepto profesión hace alusión a distintas actividades, tiene diversas acepciones entre las cuales se puede mencionar: oficio, ocupación, empleo, facultad, etc. Este término ha ido evolucionando con el paso del tiempo, de acuerdo al desarrollo y al progreso de las sociedades. La palabra profesión proviene del latín professio, -onnis, que significa acción y efecto de profesar. Este término encierra en sí mismo una idea de desinterés, ya que profesar no significa solamente ejercer un saber o una habilidad, sino también creer o confesar públicamente una creencia (Gómez y Tenti, 1989).


Tocqueville utilizó el concepto profesión para denominar las “corporaciones intermediarias”, organismos por los cuales se instauraba un nuevo orden social. Max Weber (1901) vincula el concepto profesión a la actividad religiosa, ya que el acto de profesar estaba relacionado con la obediencia, la consagración a Dios, e implicaba un alto contenido de entrega.


Entre otros autores que promulgaron el concepto profesión, podemos mencionar a Carr Saunders y Wilson (1933) quienes señalaban que una ocupación alcanzaba el estatus de una profesión cuando un tipo de actividad no se ejerce más que mediante la adquisición de una formación controlada, la sumisión a reglas y normas de conducta entre los miembros y los no-miembros, y la adhesión de una ética del servicio social. Wilensky (1964) estableció que la profesión es una forma especial de organización ocupacional basada en un cuerpo de conocimiento sistemático adquirido a través de una formación escolar, y establece que una actividad pasa a ser considerada profesión cuando supera las cinco etapas del proceso de profesionalización, en donde el trabajo se convierte en una ocupación de tiempo integral como consecuencia de la necesidad social del surgimiento y ampliación del mercado de trabajo; se crean escuelas para el adiestramiento y formación de nuevos profesionales; se constituye la asociación profesional en donde se definen los perfiles profesionales; se reglamenta la profesión asegurando así el monopolio de competencia del saber y de la práctica profesional; y se adopta un código de ética con la intención de preservar así a los “genuinos profesionales”.


Cleaves (1985), sostiene que las profesiones son ocupaciones que requieren de un conocimiento especializado, una capacitación educativa de alto nivel, control sobre el contenido del trabajo, organización propia, autorregulación, altruismo, espíritu de servicio a la comunidad y elevadas normas éticas.


Al buscar otros conceptos que se relacionan con éste término se puede mencionar, entre otros, los conceptos Vocación y Oficio.


La palabra Vocación se define (del lat. vocatĭo, -ōnis, acción de llamar) como: Inspiración con que Dios llama a algún estado, especialmente al de religión. Inclinación a cualquier estado, profesión o carrera. Convocación, llamamiento. (Diccionario de la lengua española - Vigésima segunda edición).


Tomando la etimología de la palabra oficio, (del lat. officĭum), significa ocupación habitual, cargo, ministerio; profesión de algún arte mecánica; función propia de alguna cosa; comunicación escrita, referente a los asuntos de las administraciones públicas; funciones de iglesia. El término oficio devien del término opifex “artesano”, compuesto de opus, obra y facere, hacer; significa servicio, función. (Diccionario de la lengua española - Vigésima segunda edición).


Al tener definidos estos conceptos, uno se podría preguntar acerca de cómo funcionan en el interior del campo educativo. La primera reflexión sería acerca de la identidad docente.


Si tomamos como la principal tarea de los docentes la de educar y no la de escolarizar, nos acercamos a la definición de profesión.


¿Oficio o Profesión?


Está claro que el docente cumple con una función, un rol que está ligado al hacer. De esta manera definiríamos como un oficio a la tarea docente. Así mismo, si tomamos como la principal tarea de los docentes la de educar y no la de escolarizar, nos acercamos a la definición de profesión.


Como se observa existe una dualidad en la respuesta a la pregunta antes realizada, que implica la convivencia de ambos conceptos en la definición de la docencia como identidad. El docente está visto como un trabajador intelectual, es decir una persona que hace la labor con sus manos y que a la vez la realiza desde el intelecto.

Cuando se habla de un oficio se hace referencia al saber hacer, a la producción de algo. La enseñanza está “anclada” en un oficio, en la medida que a los individuos que la realizan se los forma y se les paga para actuar sobre otros, “sobre las almas de los otros”. Se trata de una actividad que está destinada a la transformación del otro, a la producción de personas. (Dubet, F. 2006)


El placer que se encuentra al enseñar y … la satisfacción que se obtiene cuando un niño/a aprende.

El accionar sobre las personas añade al oficio un componente vocacional. (Antelo, E. y Alliaud, A. 2008). El ejercicio de la docencia requiere “pruebas existenciales” (Dubet), esta afirmación nos llevaría a reflexionar acerca de los motivos de elección en la carrera docente. Así mismo, podríamos analizar aquellos motivos que sostiene en el tiempo presente la elección realizada en un tiempo pasado. El proceso por el cual se logra un cambio, una transformación en algo distinto, llevaría al autor del mismo a sentirse realizado como gestor, autor de dicho logro. Este aspecto podría superar el pago por la actividad realizada, o el interés puesto en la utilización de una técnica u otra. A diferencia de otras actividades, ésta se basa en el trabajo con personas, lo que le da una característica vincular o relacional. Se agrega el componente afectivo que algunos docentes ponen en juego a la hora de desarrollar su actividad. Por lo tanto podríamos referir que el deseo de la persona que ejerce este acto de educar a otros se pone en dos facetas, una de ellas en el placer que se encuentra al enseñar y en la otra faceta, en la satisfacción que se obtiene cuando un niño/a aprende.


Al hacer referencia sobre el tipo de actividad, se puede incluir el concepto de enseñanza. Enseñar es el intento que hace alguien de transmitir algo al otro. No es ni buena, ni mala. Enseñar es una tentativa, con diferentes expectativas entre los agentes. Tomando como ejemplo una clase escolar, se puede referir que en ese acto ocurre una transmisión. Si no ocurriera esta transmisión no habría cultura. El aprendizaje es una decisión del destinatario, reconociendo que entre el intento y ese destinatario hay un espacio, un ensayo. El que manda en este proceso siempre es el destinatario. No todo lo que se enseña se aprende. Lo propio del oficio docente es la enseñanza. Como se decía anteriormente, la gratificación del docente estaría puesta en sentir que el otro lo necesita. “Yo soy necesario para el otro”. Este pensamiento trae la sensación de egoísmo en aquel que enseña.


No hay educación sin el otro, no existe la autoeducación, la autoenseñanza. A través de la enseñanza, se otorga una guía a ese otro para que pueda obrar en lo sucesivo. No se trata de dar un imperativo moral, sino dar una guía de cómo debe proceder. “Somos el resultado de las guías que nos han sido dadas”. Los animales no necesitan de esta guía, están provistos naturalmente.


Como se mencionaba sobre el concepto profesión, la idea de pastoreo, de guía está presente en el acontecimiento educativo. Están aquellos que tienen voluntad de guiar y aquellos que tiene la voluntad de ser guiados.


Toda profesión / oficio, implica una titulación o formación inicial, es decir la adquisición de incumbencias que habilitan para el ejercicio de la actividad. Podríamos agregar al concepto de formación inicial, la idea de una formación permanente durante el ejercicio de la actividad.

Este concepto de capacitación o formación durante la práctica de la enseñanza siguiendo la distinción de Norbert Elías entre conocimiento y saber. Por un lado el hecho de conocer para enseñar, y por otro aprender sobre la práctica para seguir enseñando.


Cerrando este ensayo podríamos retomar el interrogante planteado al inicio, y abrir otras preguntas que invitan a la reflexión luego de esta lectura. Nos gustaría que el debate pase por cuántos docentes son agentes reflexivos sobre sus propias prácticas, cuántos educadores son sometidos a evaluaciones que midan sus formas de enseñar, las metodologías de enseñanza que aplican en las aulas, cuántos profesores están dispuestos a aprender en forma permanente. En síntesis, profesión u oficio es un debate superado, busquemos cómo seguir profesionalizando al docente para tener mejores procesos de enseñanza y aprendizaje.



[Mariano Consalvo]



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